FRASES EN LA HISTORIA
“Mis hijos son mis joyas”
Por Daniel Xodo
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(Cornelia Africana, madre de los Gracos, 189 a.C.-110 a.C.)
Las mujeres en Roma no tenían derechos políticos. No podían ejercer magistraturas. Su rol en la sociedad estaba restringido al hogar y la educación de los hijos. No obstante, en los niveles sociales superiores, tuvieron una enorme influencia política, social y, con mayor trascendencia, en la preservación de los valores que la sociedad romana cultivaba.
Respecto a cuestiones políticas, la influencia era ejercida a través de sus familiares, maridos, hijos, amistades (y también, naturalmente, amantes). Pero en lo relativo a las costumbres y educación de sus hijos, la importancia de su influencia estaba sólo limitada por su propia capacidad, interés y formación intelectual.
Cornelia era hija del famoso Escipion “Africano”, quien debía su apelativo casi honorífico por haber vencido a Aníbal definitivamente en Zama. Casada poco después de la muerte de su padre con Tiberio Sempronio Graco, un rico y destacado militar, engendra doce hijos, de los cuales sólo tres llegarían a la edad adulta.
Roma sufría entonces las consecuencias de guerras lejos de sus fronteras. El empobrecimiento de pequeños agricultores, el latifundio, la migración a la ciudad, el desequilibrio de poder entre patricios y plebe con las consecuencias sociales implicadas que generaban conflictos sociales.
La madre de los Gracos era una mujer culta y refinada, con convicciones humanistas derivadas en gran medida de la influencia del pensamiento griego, que frecuentaba el trato de filósofos y literatos. Según el relato tradicional, era simple en su vestimenta y adornos. A tal punto que en una reunión con sus amigas, una de ellas le pregunta por qué no lucía sus joyas. Cornelia hace traer a sus hijos y le contesta: “Mis hijos son mis joyas”.
Y realmente lo eran. Por su cultura, su honradez y su vocación por mejorar al pueblo de Roma siendo de origen aristocrático y obrando aún en contra de sus propios intereses.
Luego de la muerte de su esposo, Cornelia consagró su vida a la educación de los tres hijos supervivientes, Tiberio, Cayo y Sempronia.
Rechaza la propuesta matrimonial del rey de Cirenaica, Ptolomeo VII y permanece dedicada a sus hijos el resto de su vida.
Tiberio y Cayo generaron, como tribunos, propuestas de cambio a través de leyes que provocaron serios enfrentamientos entre la clase aristocrática (optimates) y los populares.
Tiberio propone grandes reformas y suceden violentas luchas entre los perjudicados y los beneficiados. Es asesinado a golpes cuando se presentaba a un nuevo mandato, junto a muchos de sus seguidores, y su cuerpo es arrojado al Tíber para evitar las honras que sus partidarios podrían ofrecer.
Cayo Graco y su madre continúan la lucha en beneficio de las clases más pobres. Ante la persecución y asesinato de sus seguidores, Cayo se suicida.
Cornelia reclama al Senado el cuerpo de su hijo y viste luto hasta su muerte. Prosigue con su prédica, llora a sus hijos en lo profundo de su alma y relata a sus interlocutores sus luchas como si no hubiera sido protagonista de las mismas.
A pesar de que las reformas propuestas por los Graco no fueron (en su mayoría) realizadas por la oposición de la clase dominante, Roma reconoció la grandeza moral en la vida y acciones de Cornelia y erigió en su honor una estatua en el Foro Romano (por primera vez a una mujer) en cuyo epígrafe señalaba “Cornelia, hija del Africano y madre de los Gracos”